En la rama de especialistas de la conducta humana hay quien opina que el mal que padece Pedro Sánchez es la egolatría consecuente con su vanidad, soberbia, autismo, narcisismo y ambición. Otros lo caracterizan por la pulsión de poder tan intensa, que los principios morales se la traen al pairo. «Desvelo, ira y retortijones tendrá el hombre insaciable» ( Eclesiástico 31, 23). Otro más lo califica como un gigante con pies de barro, ofuscado por el frenesí y el reconcomio que le producen los jueces, la UCO y cierto periodismo. Los pocos con los que todavía no ha podido. Está en ello.
Pero la obra del prestigioso psiquiatra Ortega Monasterio ( Un ensayo sobre la maldad . Lanza 2024), sin proponérselo, define un perfil que se aproxima bastante al inquilino de La Moncloa. Aunque avisa d