Magaluf lleva tiempo entregado a su propia desintoxicación del turismo de borrachera o, lo que es lo mismo, de calidad baja y efímera. Los excesos acumulados se pagan y depuran. En ello va la regeneración necesaria para la supervivencia. Como en toda lucha contra la dependencia, la descompresión de la constante juerga vulgar presenta altibajos, avances y parones, por mucho que los representantes institucionales acentúen en demasía las inversiones públicas realizadas y la iniciativa privada haga lo mismo con sus respectivos negocios. El lavado de cara solo será definitivo el día que se pueda certificar que el cuerpo entero ha sido saneado. Hace tres años que no se registra un caso de balconing, los hoteles se modernizan, la primera línea de costa vuelve a llamar al paseo, pero queda tanto
La larga desintoxicación de Magaluf

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