Lo que hasta ahora se consideraba un obstáculo insalvable para la creación de uno de los estados más extraños de la materia ha resultado ser, en realidad, su principal aliado. Un equipo de físicos de la Universidad Técnica de Viena, en Austria, ha dado un vuelco a las suposiciones previas sobre los cristales de tiempo al demostrar que las interacciones cuánticas, lejos de desestabilizarlos, son precisamente las que les otorgan la robustez necesaria para existir. Este hallazgo redefine por completo la comprensión de estos enigmáticos sistemas.
De hecho, la comunidad científica creía que las correlaciones cuánticas —esa misteriosa y casi instantánea conexión que se establece entre partículas— eran un obstáculo para su estabilidad . La teoría dominante sostenía que estas interacciones ge