Javier Milei quiso ir por todo. Pero para ir por todo, primero hay que empezar con algo. Y él comenzó con lo que tenía a mano: los recortes , la inflación y la promesa de un país “ sin casta ”. Su gobierno se edificó como un gran acto performativo —en el sentido de J. L. Austin — donde cada discurso, cada grito y cada gesto desbordado formaban parte del relato de la redención nacional .
Sin embargo, la realidad no entiende de magia. Mientras el presidente se consagra en su propio show, miles de argentinos viven una rutina que no tiene aplausos ni luces. Muchos adultos mayores siguen trabajando después de la edad jubilatoria, no por vocación, sino por necesidad. Los ingresos son insuficientes, las desigualdades estructurales se agrandan y las mujeres —las más castigad