A Lola Índigo le brillan los ojos cuando habla de su oficio. No de la fama, ni del reconocimiento, sino del trabajo en sí : las horas de ensayo, las giras, las decisiones que la mantienen en pie. “ El gran amor de mi vida siempre va a ser mi trabajo ”, dice sin dudarlo en el podcast Bresh. Lo repite como quien afirma algo que ha tenido que aprender a base de golpes y desvelo.
Desde Operación Triunfo hasta los estadios llenos, Lola ha construido su carrera con una mezcla de determinación y vulnerabilidad poco habitual. No olvida que antes que cantante fue bailarina, y que esa escuela le dio la ética que sostiene todo lo demás. “ Si no hubiera sido bailarina, no sería quien soy. Me enseñó la disciplina y el respeto por el escenario".
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