Mucho se ha hablado en torno de esa ambición mexicana de ejercer el poder cuando formalmente se ha perdido el mando, pero no el bastón; no la influencia, el dominio o la tutela a través de un designado. La política halló en la pluma excepcional de Martín Luis Guzmán una síntesis maravillosa: la sombra del caudillo.

En los tiempos revolucionarios (ahora son del “humanismo”) el Maximato era claro y hasta necesario. Pero un día dejó de serlo.

Hoy no sabemos si alguna de esas dos características se cumple.

Las loas consagratorias a Don Andrés López el domingo pasado en la palabra presidencial, reales prendas o irreales conceptos, ya han sido muy comentadas aquí y en todas partes.

Pero, sólo por contraste; ¿qué dijo Emilio Portes Gil en su primer informe de su gobierno (provisional) sobre P

See Full Page