La sostenibilidad del se ha convertido en uno de los grandes retos económicos de las últimas décadas, y el aumento de la carga fiscal sobre los trabajadores aparece como una de las medidas más utilizadas para sostenerlo. Ante el progresivo envejecimiento de la población y el desequilibrio creciente entre cotizantes y jubilados, los gobiernos han optado por incrementar ciertos impuestos y cuotas sociales con el fin de mantener el flujo necesario de ingresos. Esta estrategia, sin embargo, ha generado un intenso debate social, ya que muchos consideran que se está comprometiendo el presente de los trabajadores para cubrir una estructura que no garantiza estabilidad futura.
La presión fiscal ha ido en aumento especialmente sobre las rentas del trabajo, lo que provoca un efecto directo sobre