Cuando la comunidad internacional se empieza a movilizar en masa contra el insoportable genocidio (llámenle matanza, masacre o como quieran, si así gustan) que está cometiendo el Estado de Israel sobre el pueblo palestino en Gaza, y que ya ha hecho desaparecer de este mundo a decenas de miles de personas, algunos dirigen sus dardos, críticas y burlas contra una flotilla desarmada y civil, como si pretendieran convertirnos a todos en esos imbéciles que miran alelados el dedo en vez de a la refulgente Luna.
Es igualmente llamativo que esos mismos indignados contra unos navegantes pacíficos los consideren cómplices de los terroristas de Hamás, mientras proclaman que los soldados israelíes armados hasta las cejas, los mortíferos drones y los bombarderos sólo están defendiendo el derecho a viv