En enero de 2023, la situación explotó. Sonia se vio obligada a llamar a la policía y forzar el ingreso obligado de su hijo Dario, que por entonces tenía 19 años, en un centro psiquiátrico, pero los problemas venían de más atrás.

"Llevaba un año en crisis. Dejó el instituto y empezó a probar diferentes cosas, pero todas las dejaba al poco tiempo. También empezó a fumar porros", recuerda Sonia, pero el punto de inflexión fue en la Nochevieja de aquel año, en la que consumió algún tipo de droga.

"A partir del 1 de enero empezó a comportarse de forma muy extraña: estaba siempre en su mundo, costaba mucho mantener una conversación con él, aunque hablaba sin parar, haciendo monólogos, y veíamos como cada vez se iba más. Apenas dormía ni comía, se rapó el pelo y día a día su grado de agitación

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