Manuel Oliver emigró de Venezuela con su familia —su esposa y dos hijos pequeños, una niña y un niño— para trabajar como director creativo en la industria de la música. Era un trabajo de ensueño; ganaba muy buen dinero y su oficina, que estaba cerca de su casa, era bellísima. Tenía todo lo que podía abarcar el sueño americano.
Pero el 14 de febrero de 2018 la familia vivió su peor pesadilla. Joaquín, el hijo que entonces ya tenía 17 años, fue a clases como de costumbre a la escuela Stoneman Douglas de Parkland, en Florida; llevaba unas flores para su novia. A las dos de la tarde, un chico le quitó la vida a tiros en uno de los pasillos del plantel. Los disparos fueron con una arma de asalto AR-15. Además de Joaquín, murieron otras 16 personas.
“Renuncié a mi trabajo inmediatamente porque