Hay un instante mágico —o quizás trágico— en la identidad colombiana: el momento exacto en que algo terrible pasa y, antes de que los medios logren redactar el titular, ya alguien en Twitter ha hecho un meme con eso. Es casi una ley natural. Donde hay caos, un colombiano ya está abriendo Photoshop.

No se trata solo de humor negro. Es una especie de reflejo cultural, una vacuna emocional contra un país donde lo absurdo parece la norma. Desde el apagón del 92 hasta los cortes de energía actuales, desde los escándalos políticos hasta el último temblor, todo se vuelve material para la comedia. Pero, ¿por qué lo hacemos? ¿Por qué parece que reírnos de la tragedia es una forma de respirar?

En Colombia, el humor no es un lujo, es un mecanismo de supervivencia. Crecer en un país donde las notici

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