La muerte de Henry Martínez el pasado 2 de octubre de 2025 ha dejado un vacío profundo en la música venezolana y latinoamericana. Compositor brillante, dueño de una sensibilidad que supo traducir la esencia de nuestro país en melodías y versos que se quedarán para siempre en el corazón colectivo. Para mí, además, fue un amigo entrañable con quien compartí afecto, música y confidencias, aunque, paradójicamente, nunca llegamos a vernos en persona.
Mi primer contacto con Henry se dio gracias a María Gabriela Mayz, una muy querida amiga y exalumna de la Universidad de Carabobo, quien en un gesto de cariño le regaló uno de mis discos del Grupo Latinoamericano de la UC que contenía una de sus más célebres canciones: El golpe tocuyano “Los Grifiñafitos”. Ese detalle abrió un camino insospechado: