En los pasillos de la OTAN ya no se habla solo de cumplir el expediente del 2 % del PIB en defensa, sino de ir más allá. Italia, consciente de esta nueva corriente, ha trazado un plan ambicioso que no se conforma con alcanzar el mínimo exigido, sino que aspira a destinar un 2,5 % de su riqueza a sus fuerzas armadas para el año 2028, anticipándose así a los futuros compromisos de la Alianza . Este cambio de mentalidad no es exclusivo de Italia, pues se alinea con las decisiones de otros socios clave, como demuestra el reciente acuerdo del Gobierno alemán para reintroducir el servicio militar para los jóvenes.
De hecho, el camino por recorrer para el país transalpino es considerable. Durante este 2024, la inversión militar italiana se ha quedado en 29.180 millones de euros, una cifra que