En la Casa Blanca, el anuncio cayó como un balde de agua fría. El Comité Noruego del Nobel otorgó el prestigioso Premio de la Paz a la dirigente venezolana María Corina Machado, destacando su “incansable defensa de la democracia frente al régimen de Nicolás Maduro”.

Pero a miles de kilómetros, en Washington, la noticia tuvo otro sabor: el de la frustración presidencial.

Donald Trump llevaba semanas insinuando que este año sería el suyo. Su entorno se encargó de dejar trascender que el mandatario “cumplía con creces” los méritos para recibir el Nobel: había mediado en el acuerdo entre Israel y Hamás, impulsado acercamientos diplomáticos y —según su propio relato— “terminado ocho guerras” desde su regreso a la Casa Blanca, en enero pasado.

El enojo de la Casa Blanca

Apenas se conoció el

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