Como un balde de agua fría. Así cayó en la Casa Blanca la decisión del Comité Noruego del Nobel de entregar este año el Premio Nobel de la Pa z a la dirigente venezolana María Corina Machado , reconocida por su “incansable defensa de la democracia frente al gobierno de Nicolás Maduro”.

Desde hacía semanas, el presidente Donald Trump y su entorno más cercano venían alimentando la idea de que este año sería el suyo. Las gestiones para alcanzar un alto el fuego en Gaza , las liberaciones de rehenes y sus propias declaraciones sobre haber “terminado ocho guerras” desde su regreso al poder eran, según su círculo, motivos más que suficientes para aspirar al Nobel.

La confirmación de que el galardón no iría para el presidente norteamericano desató una rápida reacción en Washington. El

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