Al honrar a María Corina Machado con el Premio Nobel de la Paz , el mundo ha atado un brillante lazo al nudo más oscuro de Venezuela. El galardón es tanto una celebración como una provocación: un acto de reconocimiento que podría reavivar la esperanza democrática o provocar represalias más duras de quienes más la temen.
Un premio coronado por la esperanza, ensombrecido por el riesgo
Un Nobel no libera presos políticos, ni llena los estantes de los supermercados, ni reabre las urnas. Lo que hace es cambiar la conversación.
El reconocimiento a Machado llega tras años de inhabilitaciones, allanamientos y arrestos—tras una elección cuyos verdaderos resultados permanecen encerrados en el silencio oficial.
Para los venezolanos que llevan años asfixiados bajo la presión autoritaria, el pr