Ciudad de México.- No acaban nunca los devaneos eróticos de don Chinguetas, esposo coscolino. Ayer su señora regresó al domicilio conyugal en hora inusitada, y lo sorprendió en indebido trance de carnalidad y de fornicio con una voluptuosa fémina cuyos movimientos daban a ver que estaba en posesión completa de las artes y ciencias del colchón. Poseída por explicable furia la mujer llenó de inris a su licencioso marido. Respondió él: "Me hiciste dejar el cigarro y la bebida. ¿Y ahora quieres que deje también esto?". El romántico galán le pidió a la pizpireta chica: "Permíteme besar tu hermosa mano". Dijo la muchacha: "La intención puede ser buena, pero la puntería es pésima". Capronio es un sujeto merecedor de toda suerte de reproches por su insensato proceder. Hace unos días su suegra le
El costo de la vida

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