En Croacia, el otoño siempre huele a castañas asadas . En las calles de muchos ciudades, los vendedores ambulantes envuelven los conos de papel con manos rojas del frío, y ese aroma dulce y ahumado se mezcla con la niebla de octubre y noviembre. Cada vez que lo siento, aunque esté a cientos de kilómetros, me transporta directamente a mi infancia.
Entre los dulces de esa época hay uno que ocupa un lugar especial en mi memoria: el kesten pire, o puré de castañas. En los tiempos de la antigua Yugoslavia, era sinónimo de elegancia y sofisticación. Se servía en los mejores cafés y pastelerías, presentado en copas de cristal o cuencos de porcelana, coronado con nata montada y un hilo de salsa de chocolate. Hoy, sigue siendo un postre muy querido en toda Croacia, Serbia o Eslovenia, especi