
En verano los rayos solares llegan más perpendiculares a la superficie terrestre, aumentando la intensidad de radiación. Los días son más largos en verano, por lo que hay más horas de exposición solar. Cuanto más alto está el sol en el cielo, menor es la absorción atmosférica y mayor la radiación UV.
¿Qué pasa con la llegada del invierno? En otoño e invierno, el sol está más bajo y los días son más cortos, lo que reduce significativamente la cantidad de radiación UV recibida. Aunque en estas estaciones la radiación UV es menor que en verano, muchas personas no usan fotoprotección (cremas solares, gafas, ropa adecuada) porque creen que el sol no es ‘peligroso’ para su piel. Además, sin la protección adecuada, pasamos mucho tiempo al aire libre en actividades como paseos, senderismo o esquí. De hecho, en zonas de montaña o nieve, la radiación se intensifica por la altitud y la reflexión . Esto provoca que, aun con menos radiación total, la piel pueda sufrir daños si no se protege, especialmente en días despejados o en altitudes elevadas.
Durante otoño e invierno, la piel tiende a deshidratarse y su film hidrolipídico pierde eficacia, lo que provoca molestias cutáneas. Factores como el viento y la calefacción agravan esta sequedad. Aunque la radiación solar sea menor, la protección de las zonas descubiertas, como cara y manos, sigue siendo necesaria. Se recomienda aplicar fotoprotectores con texturas más nutritivas e hidratantes para mantener confort y salud cutánea. La protección solar continua ayuda a prevenir arrugas, manchas y posibles lesiones a largo plazo.
Así lo explica la farmacéutica Arantxa Sáenz de los Terreros , responsable de formación en Laboratorios Viñas, nos da, en entrevista a OKSALUD, las claves para cuidar la piel en los meses de frío.
PREGUNTA.- ¿A qué se debe el riesgo relativo de daños en la piel durante los meses más fríos, a pesar de la menor radiación?
RESPUESTA.- La piel tiende a sufrir de sequedad cutánea, también conocida como xerosis, cuando las temperaturas y la humedad bajan. Esto se debe a que el clima frío y seco puede llegar a alterar su film hidrolipídico. Es decir, la película protectora que constituye una barrera impermeable de defensa ante las agresiones externas y, al mismo tiempo, previene la pérdida de agua por vía transcutánea.
Cuando esto sucede, este film hidrolipídico ve mermada su capacidad protectora, que no puede llevarse a cabo de forma eficaz, por lo que empiezan a aparecer molestias derivadas de la sequedad.
Pero más allá de cómo afecta el frío en la piel, hay otros factores propios del otoño y el invierno que también constituyen una agresión a nivel cutáneo y favorecen la deshidratación. Entre ellos, el viento y la exposición continua a fuentes de calor tales como la calefacción, las estufas o los calentadores.
P.- ¿Qué tipo de fotoprotección recomienda durante otoño e invierno, y cómo difiere de la recomendada en primavera y verano?
R.- En otoño e invierno tenemos menos superficie de la piel expuesta a la radiación solar, ya que la ropa nos resguarda y actúa como ‘pantalla’, pero no debemos olvidar proteger las áreas ‘descubiertas’, como son la cara y las manos, con un buen producto fotoprotector sobre todo si vamos a estar al aire libre.
El tipo de fotoprotector a utilizar dependerá de las características de nuestra piel. No obstante, en otoño e invierno, el clima frío y la sequedad ambiental, el viento, etc. pueden hacer que la piel se deshidrate más y requiera un aporte extra de nutrientes y activos hidratantes. Por ello, es recomendable utilizar texturas más ricas y nutritivas, que proporcionen una sensación de confort durante todo el día.
En cambio, en verano, el calor y la humedad hacen que sudemos más y suelen ser mejor toleradas las texturas ligeras o fluidas, crema-geles, etc. Aunque siempre hemos de tener en cuenta el estado de nuestra piel y sus necesidades.
Por otro lado, el tiempo que vamos a pasar al aire libre y el índice UV (la intensidad de la radiación solar) son factores que determinarán la necesidad de reaplicar el fotoprotector varias veces al día.
P.- ¿Qué recomendaciones simples y efectivas daría a alguien que cree que «en otoño o invierno no hace falta protección solar»?
R.- En otoño e invierno, nos puede dar la falsa sensación de que no es necesario protegernos del sol, ya que no somos tan conscientes del daño que nos puede producir exponernos directamente a él.
Pero la radiación solar en invierno, igual que durante el resto del año, puede causar daños a nivel cutáneo, sobre todo, a largo plazo: arrugas, manchas y también, lesiones (como la queratosis actínica) y aumentar el riesgo de cáncer de piel.
Aunque el sol no sea tan intenso, debemos protegernos siempre que estemos al aire libre. Un consejo muy sencillo: «Cuando vayas a salir de casa, no olvides llevar tu sombrero o gorra, gafas de sol y fotoprotector solar. Tu piel y tu salud, te lo agradecerán».