Hay filmes que no sólo se ven, sino que se sienten y dejan un eco cuando terminan, una especie de vacío entre el pecho y el estómago que cuesta llenar. Expiación, deseo y pecado (2007) es una de ellas.

Ambientada en la Inglaterra de entreguerras, cuenta la historia de un amor imposible que nace, arde y se desintegra entre la inocencia y el error, entre lo que se dijo y lo que jamás debió haberse dicho.

La película -dirigida por Joe Wright y basada en la novela de Ian McEwa n- es una tragedia romántica con precisión quirúrgica. Todo en ella está cuidado: la luz, los silencios, las miradas, los objetos que permanecen en la memoria. Es la clase de película que obliga a detenerse y a observar cada plano como si se tratara de un cuadro.

Con una fotografía que parece sacada de un su

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