Entre una maraña de errores políticos que comete en forma de rutina se insinúa de parte de Javier Milei y los libertarios la punta de un aprendizaje. Nadie se anima a hacer alharaca sobre las elecciones del domingo 26 . No hay ningún clavo a mano, al parecer, para terminar de sellar el ataúd del kirchnerismo . Ni se pronostican palizas como aquella que el Presidente vaticinó a Axel Kicillof. La derrota de septiembre en Buenos Aires parece haber despuntado como una lección.

Milei, incluso, deslizó la semana pasada el hilo argumental al que se aferraría el Gobierno si el desenlace de los votos resultara muy estrecho con la oposición principal: “Lo que interesa es que en cualquier caso mejoraremos nuestra situación en el Congreso” , dijo el líder libertario. Se trata de una verdad

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