La Selección mexicana llega al partido de mañana ante Ecuador con la urgencia de cambiar la imagen que dejó ante Colombia el pasado fin de semana. La goleada 4-0 en Arlington, Texas, dejó al descubierto carencias defensivas, falta de claridad ofensiva y una banca incapaz de revertir la situación, poniendo en tela de juicio el rumbo del equipo a ocho meses del Mundial.
El encuentro contra los colombianos evidenció una desconexión total entre líneas. Desde el primer gol a balón parado, donde Lucumí aprovechó errores de marcación y la pasividad del arquero Malagón, hasta los goles de Luis Díaz, Jefferson Lerma y Johan Carbonero, el Tricolor se mostró incapaz de reaccionar.
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