Formado en el sector inmobiliario neoyorquino, el yerno del presidente tenía un único objetivo: llegar primero al sí, y después resolver los detalles.

Cuando Jared Kushner se enteró la semana pasada de que Hamás iba a iniciar conversaciones para liberar a los rehenes israelíes, estaba atendiendo llamadas en su mansión, situada en una al norte de Miami. Se subió a su coche y condujo 20 minutos hasta otra mansión, propiedad del multimillonario Steve Witkoff, enviado del presidente Donald Trump para la paz en Medio Oriente.

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