Hay una presión silenciosa que todos sentimos: la de tener que saber quiénes somos y qué queremos ser antes de que el mundo termine de inventarse. Nos piden que elijamos una carrera, una vocación, un camino… mientras el planeta cambia más rápido que nuestras certezas.

A nuestros padres los criaron en una época donde las profesiones eran estructuras sólidas: abogado, médico, profesor, ingeniero. Ahora el trabajo más importante del 2035 probablemente ni siquiera se ha inventado todavía. Y eso descoloca. Sentirse perdido ya no es un defecto, es una consecuencia natural de vivir en tiempos líquidos.

“Mamá, ¿cómo voy a saber qué quiero ser si para lo que sirvo todavía no existe?” no es una pregunta de derrota, es una afirmación de posibilidad. Significa que uno tiene una intuición: sé que te

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