Extremadura es un espejo en el que mirarse. Aunque suele cumplirse aquello de que nadie es profeta en su casa aludiendo a que en muchas ocasiones la valía solo se aprecia más allá de las fronteras, la región parece comprometida con saldar esa deuda pendiente con el pasado.

Durante generaciones, nombres propios se han visto obligados a marcharse con la esperanza de encontrar fuera lo que no se ofrece dentro con el peso que conlleva romper con el arraigo a la tierra. Volver se vuelve, pero no de la misma forma que uno se marchó. Así, con ese contexto de exilio obligado que parece querer revertirse, la región recibe a las siguientes generaciones con una esperanza de oportunidades y un futuro más ambicioso.

En esa circunstancia, es importante que esas nuevas generaciones tengan presen

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