La esencia de la cárcel son las rejas. Algunas imposibles de romper, las de hierro fundido, por el ejemplo. Y otras, en apariencia menos férreas, pero también carceleras.

Las segundas son más fuertes que las primeras. Un país no puede ser encarcelado de manera absoluta pero sí lo puede ser de manera insidiosa y general. Lo que no parece pero es.

Los despotismos del siglo XXI, tienen el horror de desenvolverse así. El poder hace lo que le da la gana, para mantener el continuismo. Pero se propaga una caricatura de libertad.

Esa burla cruel no sólo la impone el poder. Éste logra que voceros supuestamente democráticos que secunden la tramoya. Sus motivos tendrán. Todos impresentables.

El gran Cardenal venezolano, Rosalio José Castillo Lara, un caballero humilde y uno de los más importante

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