Saltillo, Coah.- Por las calles oscuras de El Tanquecito , Fátima camina cada madrugada con paso rápido, los audífonos apagados y las llaves aferradas entre los dedos. Sale de su casa antes de las 5, cuando el transporte de personal pasa por la avenida principal. A veces se cruza con un perro callejero, a veces con hombres que regresan de la fiesta o con autos que bajan la velocidad para mirarla.
No hay patrullas a esa hora. Tampoco alumbrado suficiente. “Uno aprende a no voltear, a no contestar, a caminar como si no pasara nada”, dice. Lo hace todos los días, sin saber que existe un número al que podría llamar si un día el miedo se convierte en peligro: el 075.
Por años vivió la violencia
A unos kilómetros de distancia, en una casa que por años fue un campo de batalla silencioso