En la última semana, México ha sido testigo de la fuerza de la naturaleza en su versión más cruda, con lluvias intensas que han provocado inundaciones, deslaves y afectaciones en distintas regiones del país. 

Las inundaciones en estados del sureste, los deslaves en regiones montañosas y las afectaciones en zonas urbanas del centro del país son la evidencia de que la vulnerabilidad estructural se combina con fenómenos meteorológicos cada vez más extremos. No basta con atender la emergencia, es indispensable replantear la manera en que construimos nuestras ciudades, diseñamos la infraestructura y protegemos los ecosistemas que actúan como barreras naturales.

Desde comunidades rurales hasta zonas urbanas densamente pobladas, los efectos han sido palpables, miles de viviendas dañadas, camino

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