Los efectos de la dana ‘Alice’ a su paso por el Campo de Cartagena , en la Región de Murcia, ya están teniendo importantes consecuencias medioambientales en el punto donde desembocan todos los cauces y ramblas de la comarca. El Mar Menor está en una situación de alto riesgo tras las lluvias torrenciales del pasado 10 y 11 de octubre. Un informe de emergencia redactado por científicos del Instituto Español de Oceanografía (IEO) sitúa a la laguna al borde de sufrir un nuevo episodio de ‘sopa verde’, el fenómeno de explosión masiva de microalgas y reducción drástica de oxígeno que en 2016 causó en ella el primero de los sucesivos colapsos que ha ido arrastrando en los últimos años: la eutrofización.

“Es preocupante la tendencia de aumento de la clorofila en toda la laguna, especialmente a partir del día 12 de octubre, lo que indica un proceso de ‘bloom’ fitoplanctónico alimentado por las masivas entradas de agua dulce y nutrientes al ecosistema”, evidencia el documento, que ha sido publicado este martes. Esta proliferación de fitoplancton, abunda el texto, está provocando, además, un descenso paulatino del nivel de oxígeno en el agua.

25.000 toneladas de sedimentos entraron al Mar Menor

El IEO calcula que durante la dana entraron a la albufera alrededor de siete hectómetros cúbicos de agua, principalmente a través de la rambla del Albujón, el cauce que vierte en ella después de atravesar un sinfín de fincas de cultivo, de las que arrastra tierra, químicos y nitratos. Los científicos aclaran que esa cifra de siete hectómetros cúbicos es una estimación conservadora, y que el volumen real podría haber alcanzado hasta 15 hectómetros cúbicos, dada la precipitación media registrada en la cuenca, de 109 milímetros, con picos de hasta 182 milímetros en la zona norte, especialmente en el municipio de San Javier.

El informe estima que la entrada masiva de agua arrastró al interior del Mar Menor 25.000 toneladas de sedimentos “con una elevada carga de nitrógeno —48 toneladas—, fósforo —22 toneladas—, carbono orgánico —353 toneladas— y fosfato disuelto —7,4 toneladas—, así como unas muy elevadas cargas de nutrientes disueltos”.

Una hipoxia en la zona sur

La elevada cantidad de tierra que se sumergió en la laguna ha provocado, prosigue el texto, junto con el aumento de la clorofila y el fitoplancton, “la reducción” puntual “de las concentraciones de oxígeno disuelto hasta valores propios al estado de hipoxia”. Dicho descenso ocurrió, en concreto, en el arco sur, donde los valores llegaron a estar, desde el 11 hasta el 12 de octubre, por debajo de los 3 miligramos por litro (mg/L). Esta situación se revirtió, no obstante, a las pocas horas, pero los científicos alertan de que podrían repetirse si se consolida el mencionado 'bloom' fitoplanctónico.

El oxígeno es absolutamente imprescindible para la supervivencia de las especies acuáticas, y su caída total provocó las mortandades masivas de peces de los años 2019 y 2021.

La clorofila, al alza en toda la laguna

La otra dinámica alarmante es la de la clorofila, que “ha mantenido una tendencia de aumento” durante los últimos días en las aguas profundas de la zona sur, donde se ha llegado a superar los 3 mg/L, y también en el arco norte, donde se han sobrepasado los 2 mg/L. Fue en ambos polos donde más lluvias se registraron durante la dana. En el norte, en San Javier, llegaron a recogerse 52 milímetros en solo una hora en la noche del viernes.

El centro del Mar Menor, más alejado de las zonas de entrada de aguas, pero igualmente afectado por ellas, también ha experimentado un “proceso de desarrollo fitoplanctónico”, con valores de clorofila que ya exceden los 4 mg/L.

Los científicos temen ahora el clima estable

“El seguimiento de la evolución de esta variable es crítico en los próximos días. Todo depende de las condiciones climatológicas de contorno”, advierte el IEO. “Si son muy estables, se podría intensificar el bloom fitoplanctónico y el consumo de oxígeno. Si son algo más inestables, favorecerá la mezcla vertical de la masa de agua, disminuyendo la probabilidad de efectos dañinos para el ecosistema”.

IEO, CEBAS y Tragsa, que conforman el proyecto de monitorización del Mar Menor, denominado Belich, han anunciado que se encuentran en “modo gabinete de crisis” para “evaluar en continuo el proceso y sus efectos en el ecosistema”.

Los equipos de expertos están recogiendo numerosas muestras de la cuenca y del propio Mar Menor con el objetivo “de determinar la magnitud del evento en términos de balance de agua y nutrientes”, y, a partir de ahí, proponer “las medidas más eficaces y apropiadas para la recuperación” de la albufera.

Las ramblas siguen escupiendo agua

La dana ‘Alice’ que descargó con fuerza durante todo el 10 de octubre y la madrugada del 11 y provocó inundaciones en muchos de los municipios y pueblos ribereños, como Los Alcázares, San Javier, San Pedro del Pinatar, Los Nietos y Playa Honda, fue un reflejo exacto de lo que las lluvias torrenciales provocan en la cuenca de la laguna con asiduidad. La tierra de los campos de cultivo, incapaz de absorber el agua, la escupe por cauces que desbordan y anegan sus alrededores hasta llegar a la orilla del mar.

El sábado 11 las imágenes hablaban por sí solas: en Los Alcázares, la rambla de la pescadería, que atraviesa el centro del pueblo, corría con furia para fundirse con la masa salada. Eso mismo pasaba en el resto de la zona de influencia de la albufera. El Mar Menor había adquirido un color marrón muy intenso, causado por la enorme cantidad de sedimentos cargados con químicos y nutrientes que entraban a cada instante en él. Se llegaron a registrar picos de entrada de agua de hasta 100.000 litros por segundo.

A día de hoy, el río del Albujón sigue bajando imparable. El único punto positivo del informe del IEO es que los “picos de turbidez” y los descensos puntuales de oxígeno en la laguna han sido, por ahora, momentáneos, gracias a la extraordinaria capacidad de autorregulación que posee.