Hay siempre algo de nostalgia y agradecimiento por los servicios prestados cuando un maestro del toreo se retira. La mayoría de ellas son presentidas, y muchas anunciadas con antelación, porque generalmente cuando un torero se va lo ha dicho ya casi todo, y el hueco que dejará no tardará demasiado en cubrirse.
Pero le retirada por sorpresa de José Antonio Morante de la Puebla el domingo en Las Ventas tiene unas connotaciones que la hacen distinta a las demás. Por su personalidad, por su corte de torero total, por su influencia en los nuevos aficionados, pero sobre todo por su posición de garante de la Fiesta. Morante, aparte de su ascensión a la categoría de máxima figura del toreo de todos los tiempos, sobre todo tras su última época, era también reconocible como dique de contención ante