La tecnología que orbita nuestro planeta se enfrenta a una amenaza invisible pero muy real. Los satélites que cruzan una vasta región del Atlántico Sur están más expuestos a partículas de alta energía procedentes del espacio, lo que dispara el riesgo de sufrir fallos técnicos y averías. No es un problema menor, y afecta también a los astronautas a bordo de las estaciones espaciales, que ven cómo aumenta su exposición a la radiación al transitar por esta zona concreta del globo. Esta amenaza natural se suma a otros riesgos que ponen en peligro la infraestructura orbital, donde incluso puede enfrentarse a decisiones que comprometen su operatividad.

De hecho, el culpable de esta vulnerabilidad tiene nombre propio: la Anomalía del Atlántico Sur. Se trata de una especie de «abolladura» en el

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