Un inventario no es una bodega llena: es un espejo de tu estrategia, tu disciplina financiera y tu capacidad de anticiparte.

En muchas empresas familiares mexicanas, el inventario se gestiona más por costumbre que por criterio. Se compra “por si acaso”, se almacena “por si se necesita”, y se revisa “cuando hay tiempo”. Pero cada caja acumulada representa dinero inmovilizado, riesgo de obsolescencia y presión sobre la tesorería.

El inventario no es un tema operativo menor: es una cuenta clave del balance general y un termómetro de la salud financiera. Sin embargo, muchas pymes lo tratan como un cuarto de triques, sin políticas claras ni métricas de control.

Un exceso de inventario inmoviliza capital que podría destinarse a innovación, talento o expansión. Una escasez genera pérdidas de v

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