Cada otoño, Kristi Hemric decora el pórtico de su casa de piedra caliza de Manhattan con calaveras, calabazas o follaje otoñal. Al otro lado del país, en Los Ángeles, Glenn Geller y su esposo, Jim Maresca, exhiben más de 250 calabazas luminosas en su patio delantero.

En San Diego, Joshua Schauert convierte su jardín en una casa encantada y un laberinto gratuitos que se han hecho tan populares que atraen a visitantes de Europa. En Nueva Orleans, David y Jessica Gentry contrataron el año pasado personal de seguridad para guiar a los visitantes que acudían a su jardín para ver a sus esqueletos animatrónicos interpretar números de canto y baile.

Todo esto puede parecer mucho esfuerzo para una fiesta que no equivale a un día festivo nacional. Pero para los fanáticos de Halloween, la decoració

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