Las cremas de verduras son una de las recetas protagonistas de los menús de otoño e invierno. Es una de las formas más sencillas y rápidas para asegurar parte de la ingesta de hortalizas diarias, son muy nutritivas, se combinan fácilmente con otros ingredientes para hacerlas nutricionalmente completas y son muy reconfortantes en los días fríos que caracterizan a estas estaciones.

En España, según el Ministerio de Agricultura , “el consumo medio diario de frutas en adultos es de 310 gramos repartidos entre los 175 g de frutas y los 134 g de verduras”, unas cifras que quedan por debajo del objetivo de 600 gramos diarios (es decir, lo que equivaldría a solo dos de las cinco raciones recomendadas al día). Según este documento, además, el 34% y 57% de los adultos no toman frutas y hortalizas a diario respectivamente, unas cifras que en niños y jóvenes son del 48% y 69%.

Las cremas son un plato perfecto para suplir esos déficits y para degustar muchas de las verduras que están en temporada en otoño, como la calabaza, los champiñones, los puerros, la coliflor o las espinacas. Y aunque no hay que ser ningún experto en los fogones para ponerse manos a la obra, sí que hay algunos trucos que podemos poner en práctica para que nos queden unas cremas deliciosas y disfrutar de ellas sea todo un placer.

La textura de las cremas dependerá de algunos factores como el tipo de verdura que escojamos, la forma en la que las cocinemos, cómo las trituremos y la cantidad de líquido que utilicemos en ese procedimiento.

Qué verduras elegir

Algunas verduras de temporada en otoño

Según las verduras que escojamos para nuestra crema, tendremos ya ganado (o no) un extra de cremosidad. Algunas de las verduras que aportan una textura más suave son la calabaza, el calabacín, la coliflor, los champiñones, las zanahorias y, por supuesto, las patatas y los boniatos.

Sin embargo, si la crema que vamos a hacer es de otras verduras como los espárragos o los guisantes, tendremos que añadirles otro tipo de ingredientes, bien en forma de verdura o bien de otro tipo para darle más cuerpo a la crema, si es lo que deseamos.

El puerro y la cebolla son buenos completos para cualquier tipo de crema. Aunque prepararla, por ejemplo, solo de puerros y patata es una opción muy ligera y saludable.

Otra opción para llevar la textura de tus cremas a otro nivel es la forma de cocinarlas. Te damos dos opciones:

  • Una de ellas consistiría en pochar muy bien todas las verduras que hayas seleccionado antes de añadir el caldo de cocción. Primero la cebolla y el puerro, si es que vas a utilizarlos, y luego todas las demás cortadas en pedazos uniformes.
  • La otra es asar tus verduras al horno, así perderán parte del líquido y su sabor será mucho más intenso. En ambos casos es importante que queden blandas.

La cantidad de caldo

Caldo de verduras

Otra de las claves es la cantidad de líquido que vamos a utilizar para triturar nuestras verduras una vez cocinadas. Cuando cocemos las verduras en la olla, tenemos que asegurarnos de que cubrimos todos los ingredientes bien de líquido para que se cocinen correctamente. A lo largo de la cocción, si vemos que se quedan sin agua o caldo, ajustaremos las cantidades pero siempre añadiéndolo caliente y no en frío.

Una vez nos dispongamos a triturar la crema, lo que vamos a hacer es separar una parte del líquido para evitar que nos quede demasiado aguado y nos arruine el resultado. Siempre será más sencillo corregir una crema espesa añadiendo el caldo de la cocción poco a poco.

Otro consejo que te damos es que si tienes posibilidad utilices para la cocción un caldo vegetal o de pollo —si consumes carne— porque aunque en este caso no afectará a su textura, sí que realzará el sabor del plato.

Añadir algún tipo de grasa o proteína

El tofu puede aportar cremosidad y es una opción válida para dietas veganas

Como casi todo en la cocina, este paso va a gustos. Puede que simplemente ajustando la cantidad de caldo de la cocción, o del que tengas preparado ya en casa si es que has horneado tus verduras, sea más que suficiente para tener una crema sabrosa lista para la comida o la cena.

Sin embargo, si quieres añadirle un extra de cremosidad, y también de sabor, hay otras alternativas que podemos tener en cuenta en este paso final. Se trataría de añadir algún tipo de grasa o de fuente de proteína, al gusto, para que la textura sea más consistente. Algunas de las opciones más conocidas y empleadas son adicionar un poco de mantequilla, nata de cocinar, algunas cucharadas de queso crema o yogur griego o una cucharada sopera de aceite de oliva virgen extra.

Si quieres explorar otras opciones, o simplemente no te gustan los lácteos o no los toleras, puedes probar con alguna bebida vegetal, frutos secos remojados previamente o incluso tofu muy bien desmigado o un poco de aguacate bien maduro. Seguro que estas opciones veganas, si no las has probado, te sorprenden positivamente.

Hay otras alternativas también que te pueden resultar igualmente interesantes como utilizar para espesar tu crema alguna legumbre que tengas preparada o en conserva, e incluso un poco de quinoa ya cocida e incluso maicena.

El triturado

Y por fin llegamos al paso final del triturado, en el que tendremos en cuenta las dos recomendaciones anteriores: por un lado, ir vertiendo poco a poco el caldo de cocción para no pasarnos y que se nos quede muy líquido, y añadir en caso de que así lo hayamos decidido algún tipo de grasa para conseguir un extra de cremosidad.

Para que la crema quede muy suave y sin tropezones tendremos que utilizar una batidora bastante potente, en muchas de ellas se puede ajustar la intensidad, o bien un robot de cocina. Además, para dejarla perfecta si no nos gusta encontrar ningún pedazo de verdura, podemos pasarla también por un pasapurés.