En estos tiempos en los que la cultura se ha vuelto aburridamente moralista y los políticos se han especializado en la performance con sifón, hasta los más viejos del lugar aguardan con curiosa expectación la mascletá de este proceso posmoderno en el que estamos secuestrados. Si la política se ha vuelto un circo de malos actores leyendo un argumentario «kitsch», tiene lógica que todo culmine con un espectáculo circense irrumpiendo literalmente en el Congreso el 20 de noviembre para matar a Franco 50 años después. Hasta que llegue ese momento cumbre con sus acróbatas y pianistas, la nota paranormal la puso de buena mañana el espectro de José Luis Ábalos. Vagaba por los pasillos y zigzagueaba entre los escaños la sombra vidriosa del hombre que puso voz a la génesis del sanchismo en ese mismo
La rabia y la nada

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