Juan y Santiago Zemborain, además de padre e hijo, son un equipo. Visten del mismo color, los une una misma pasión e incluso comparten bicicleta. El ciclismo en tándem cambió sus vidas. A Santiago, que tiene autismo e hipotonía muscular, le devolvió el protagonismo de su historia y reforzó su autoestima. Mientras que, a Juan le permitió relacionarse con su hijo desde otro lugar, en el que más que un acompañante es un compañero. “Descubrimos en el tándem una nueva forma de vincularnos. Empezamos a entrenar, a correr carreras durísimas, a hacer rutas largas como el Camino de Santiago”, señala Juan.

Lo que empezó como una transformación familiar, poco a poco se convirtió en algo mucho más grande. Juan comenzó a compartir su experiencia y el efecto fue de contagio. Muchas familias en su misma

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