Hasta hace unos días, la intervención de la administración de Donald Trump en respaldo a la gestión de Javier Milei parecía limitarse a una serie de anuncios financieros para asegurar que ciertas variables locales sensibles, como el valor del dólar, no se desbocara antes de las legislativas.
El objetivo podría sintetizarse en el otorgamiento de gobernabilidad al mileísmo, su único aliado incondicional en una región subestimada por Washington, donde China expandió su influencia en los últimos lustros y menguó los negocios de las empresas norteamericanas. Los intereses nunca son sólo geopolíticos.
Aunque el secretario del Tesoro, Scott Bessent, ya había dado señales en su histórico hilo en redes del lunes 22 de septiembre, el condicionamiento explícito que hizo Trump ayer martes a que toda