Por primera vez en cinco años, la sesión de Sala de la Cámara de Diputadas y Diputados fracasó por falta de asistencia, luego que no se alcanzara el mínimo de 51 parlamentarios requeridos para sesionar, dejando una imagen incómoda y un eco de críticas en los pasillos del Congreso Nacional.
La escena, que duró apenas minutos, fue tan simbólica como sintomática: Cuando se suspende la sesión, se activa un reloj que aparece en la Sala, y que va en cuenta regresiva. Si llega a cero y no se alcanza el quórum requerido, la sesión fracasa y se activa una suerte de protocolo de contención, un lockdown en donde se cierran todas las puertas de la Sala y también los pasillos contiguos para que solo los parlamentarios que estén adentro firmen un libro de asistencia dejando constancia de que estu