Desde los años ´90 no he dejado de maravillarme y obsesionarme con las similitudes y paradojas entre el razonamiento humano y el de los algoritmos . En el año 2000 afirmé que los algoritmos eran estructurantes sociológicos, que hoy son políticos, humanos y comerciales.

Se ha argumentado que el éxito de Trump se atribuye a su capacidad para comunicarse en mensajes cortos y efectistas, de menos de 140 caracteres[1][2], coincidiendo con el antiguo límite de Twitter. Esto facilita la formación de opiniones rápidas, sin necesidad de un análisis profundo tomando conclusiones sin profundizar en absolutamente nada.

Ya no se opina, no se indaga ni se leen las páginas web; los algoritmos lo hacen por nosotros y si no nos preparamos, no podremos vender ideas, productos ni servicios.

Ya n

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