Durante la presidencia de Néstor Kirchner se repetía un mantra: volver a ser "un país normal" . Luego de la interminable recesión iniciada en 1998, que explotó con el trauma de la larga crisis de 2001-2002 , el anhelo no era por grandes transformaciones, solamente una aspiración sencilla, la normalidad. La serena calma después de la tormenta.

La sociedad se había agotado de otra constante de los años '90: el ajuste permanente y la promesa inalcanzable de un futuro venturoso que nunca se volvía presente. Había hartazgo por el ajuste y, especialmente, por la constante injerencia extranjera en los asuntos internos. Durante años las medidas más antipopulares se habían hecho pasar mediante una fórmula estándar, "es lo que pide el FMI". Llegando al fin de siglo se sumó otra: "¿Y qué q

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