En el cementerio apache de Fort Sill en Oklahoma, aún recuerdan al Indio Jerónimo, su bravura y sus últimos años como líder de las comunidades nativas; iba de pueblo en pueblo tratando de convencer a las tribus de abandonar las reservas, y hacerse libres, otra vez, en las praderas que un día fueron enteramente Blackfeets, Dakotas, Cherokees, Apaches.
Me impresionó su mirada desde un retrato gigantesco en el "Heritage Room" de la Universidad de Oklahoma, donde fui invitado a leer poesía, por gentil deferencia de las profesoras caleñas Lucero Tenorio y Gladys Conde.
Jerónimo está con la rodilla en tierra y un Winchester en bandolera; lleva botas de cuero con flecos, hasta la rodilla, y la cabeza amarrada con un trapo que más parece una corona. Tiene el mentón cuadrado y ojos de perdiz, mir