La humilde soya se encuentra en medio de una maraña geopolítica que abarca tres continentes y amenaza con devorar la mayor sabana tropical del mundo.

El punto en cuestión es el enorme apetito de China por la soya, millones de toneladas al año, principalmente para aceite de cocina y pienso para el ganado.

Saciar esa demanda ha pasado una grave factura en los últimos años a los bosques y praderas de Brasil, el mayor proveedor de China. Eso empeorará en los próximos meses, porque China prácticamente ha dejado de comprar soya estadounidense, lo que da a los agricultores brasileños mayores incentivos para expandirse a nuevas zonas para cultivar soya.

A principios de este año, el gobierno de Pekín impuso un fuerte arancel a la soya estadounidense en represalia por los elevados aranceles de Es

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