Por Aída Guarda y Camila Golott, académicas de la Clínica Jurídica Santiago de la Facultad de Derecho UNAB.

Una mujer termina su jornada laboral y, antes de despedirse, avisa a su compañera que no podrá acompañarlos esta vez. La esperan en casa: debe darle un remedio a Max, y nadie más puede hacerlo por ella. Sus colegas lo entienden y le desean lo mejor, con la esperanza de que Max se recupere pronto.

Al llegar a casa, él la recibe como siempre, fiel y paciente. Max tiene cuatro años, es un maltés y, más que una mascota, es parte de su familia. Ella y su pareja lo adoptaron hace una década, cuando decidieron comenzar una vida en común. Viven bien, no arrastran grandes problemas, pero una sombra siempre se asoma en reuniones familiares o encuentros sociales: la pregunta incómoda.

—¿Y pa

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