Por Nora Sesmero

El interés por los tintes naturales se abre paso en colecciones cápsula, pruebas piloto industriales y en los talleres de costura domésticos. En Terrassa, un equipo universitario ha demostrado que los residuos agrícolas —desde el alperujo de la aceituna hasta subproductos de la uva— pueden convertirse en colorantes textiles con buenas prestaciones técnicas y una huella ambiental mínima. El proyecto nace en clave de economía circular y aspira a escalar en la industria.

Todo comenzó desde el territorio. Una doctoranda, Laura Fernández, conectó al grupo con la iniciativa Apadrina un Olivo, que acumula toneladas de alperujo tras la prensada. “Vimos que le podíamos sacar una valorización si podíamos aplicarlo como colorante textil”, cuenta la investigadora Marta Riba-Moliner

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