La cámara sobrevuela la ciudad. No es un dron, es un helicóptero . Durante cinco minutos vemos millones de luces, carreteras, vías de tren, coches, o lo que es lo mismo: las arterías, los ojos y la sangre que surgen del asfalto. Es Milán, pero podría ser Nueva York e incluso Hong Kong. .. apenas hay música, solo el aliento. La urbe late. La cámara se detiene en uno de los edificios, con cinco ventanas a la calle que convierten al espectador en una especie de voyeur. A través del cristal entramos en una casa y el aliento deja paso a la música festiva. Familia, compañeros y amigos de Franco Amore le han preparado una sorpresa: es su última noche como teniente de la policía, la última noche antes en activo antes de jubilarse.

Amore llega a casa en chándal, ha estado corriendo y no se e

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