
El apellido Arguiñano es, desde hace décadas, sinónimo de sabor , cocina tradicional y pasión gastronómica . Karlos Arguiñano , uno de los cocineros más queridos y reconocidos de España, ha conquistado a millones de espectadores con su cercanía, humor y amor por los fogones. Junto a él, su hijo Joseba Arguiñano continúa el legado familiar, combinando talento, frescura y respeto por la tradición.
Los orígenes: una familia unida por la cocina
Karlos, el carismático chef vasco, siempre ha llevado con orgullo su papel como padre. Entre sus siete hijos, Joseba —el quinto— fue, según el propio Karlos, “el que más problemas le dio”. “Igual era el más rebelde, tienes menos cabeza de joven... todo lo que pasaba en casa era siempre por Joseba”, confesó entre risas en una entrevista reciente.
Joseba Arguiñano: el aprendiz que encontró su camino
Desde pequeño, Joseba Arguiñano mostró interés por la cocina. Con apenas 13 años , hizo su primera aparición televisiva cocinando junto a su padre. Sin embargo, sus inicios no fueron sencillos: “Al principio no me veía en la tele, pensaba que tenía otra vida”, admitió.
Con el tiempo, su talento y carisma lo consolidaron como uno de los jóvenes cocineros más destacados del panorama nacional, manteniendo siempre la esencia de la cocina casera y auténtica que caracteriza a los Arguiñano .
Humildad y discreción: la receta del éxito
A pesar de su fama, tanto Karlos como Joseba siguen siendo ejemplo de humildad y sencillez . Fieles a su estilo cercano, incluso evitan dar su nombre real al hacer reservas en restaurantes para no poner presión al personal.
“Sabemos el compromiso en el que se mete a la gente, preferimos no liarla”, reconocen con su habitual simpatía.
El legado continúa
Hoy, los Arguiñano representan mucho más que una saga familiar: son un símbolo del amor por la cocina vasca , la gastronomía española y los valores que se transmiten de generación en generación.