MADRID (España).- Pocas recetas parecen tan sencillas como la salsa de tomate, pero también pocas esconden tantos matices. En cada casa hay una versión distinta: con más o menos ajo, con cebolla o sin ella, con una pizca de azúcar o un toque de orégano. Sin embargo, lo que muchos consideran mejoras puede ser justo lo que estropea el resultado final.
Según explican varios chefs consultados por la revista gastronómica Mashed, la clave de una salsa perfecta está en su sencillez. Los ingredientes esenciales son siempre los mismos: tomates de calidad, aceite de oliva, ajo fresco, sal y unas hojas de albahaca. Todo lo demás, por muy buena intención que haya detrás, puede alterar el sabor natural del tomate.
Entre los errores más comunes, los expertos señalan dos ingredientes que conviene