De un tiempo a esta parte la inmigración se ha colado entre los temas estelares de cualquier tertulia. Se habla de ella en la radio, pero también en el bar y la pescadería, en las cuadrillas y en familia. En todas partes. El problema es que no se menciona este fenómeno para bien, sino que frecuentemente se vincula con inseguridad y delincuencia.

Ya sabemos que personas migradas hacen una labor impagable en el cuidado de nuestros mayores. Y que abundan en las cocinas de los restaurantes fregando los platos de los homenajes que nos damos muchos autóctonos. Que, en definitiva, no sólo desempeñan multitud de trabajos para los que sin ellos sería prácticamente imposible encontrar personal, sino que además contribuyen al crecimiento de la economía . Hay estudios que estiman que los inmigran

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