Tras meses de mediación internacional, Israel y Hamás han alcanzado finalmente un acuerdo de alto el fuego bajo los auspicios de EEUU, con el apoyo diplomático de Egipto, Catar y la UE. El pacto, que incluye la liberación de rehenes y la apertura progresiva de los pasos fronterizos, abre un nuevo escenario en Oriente Medio tras una década de violencia cíclica y devastación humanitaria en Gaza. Bruselas, que fue durante años el principal donante civil en la Franja, se enfrenta ahora al desafío de convertir su poder financiero y normativo en una fuerza política real para la paz. La reconstrucción de Gaza y la estabilidad regional dependerán, en gran medida, de la coherencia europea entre su discurso de derechos humanos y su acción en el terreno. La UE tiene ante sí la oportunidad –y la obl

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