Cada mañana, cuando suenan las primeras campanas en la Escuela 4-146 Américo D’Angelo , ubicada en las calles Ushuaia y Castro de Guaymallén , el patio se llena de ritmo. En la entrada, con parlante y pasos de baile listos , está Carina Occhionero , la celadora que convirtió la rutina del ingreso escolar en un momento de pura alegría.
Mientras los alumnos del barrio Quintanilla de Jesús Nazareno se acercan, la trabajadora los recibe con cuarteto, pop o reggaetón. Algunos chicos se animan a seguirle el ritmo, otros la saludan con una sonrisa y hasta los docentes entran moviendo los hombros . La escena se repite cada día y se ha vuelto parte del ADN de la escuela.
Su iniciativa nació de manera espontánea. Lo que comenzó como un gesto sencillo, hoy es un ritual esperado por t